Perdido en medio de inescrupulosos

Evidentemente, al gobierno del cartista Santiago Peña no le importa seguir dando cada vez más señales de debilidad y falta de liderazgo, rodeado de un entorno de inescrupulosos a los que nada importan las instituciones democráticas.

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Ayer, sin mucho protocolo, el presidente Peña dio marcha atrás con su proyecto de “Hambre cero en las escuelas”, al que había calificado ostentosamente como “el proyecto más ambicioso” que presentaría en todo su periodo.

Tras la presión ejercida por la mayoría de los intendentes del país que vinieron hasta la Capital a reunirse con él, el mandatario anunció que desistía de la idea de centralizar el manejo del almuerzo escolar, sacándolo del ámbito de los municipios para dárselo al Ministerio de Desarrollo Social y a la mayoría de las gobernaciones.

Peña no tuvo ningún empacho en pedir públicamente disculpas a los intendentes por haberlos tildado en general de ineficientes y corruptos (algo que en varios casos es cierto).

El espectáculo que brindó Peña permite especular que en ningún momento pensó seriamente en llevar adelante su plan y que el objetivo real solo era sacar la administración de los fondos del almuerzo escolar al departamento Central, el de mayor peso electoral, a cuyo frente está un liberal: Ricardo Estigarribia. También se lo sacan al departamento de Presidente Hayes, donde hay un colorado, pero adversario político del senador Basilio “Bachi” Núñez, uno de los que tiene mayor peso en el equipo cartista.

Lo que había dicho Peña en su discurso de presentación del proyecto “Hambre cero”, sobre el mal manejo en los municipios de los fondos que reciben a través de royalties y el Fonacide, tenía visos de verdad, pero es evidente que carece del liderazgo para confrontar con los intendentes. Asimismo, tampoco tiene el peso político para obligar a los parlamentarios de su partido, que son mayoría, a que dejen de proteger y dar impunidad a intendentes denunciados por corrupción.

Otra cuestión que afecta al presidente de la República es el creciente protagonismo de su mentor y líder, el expresidente Horacio Cartes, quien hace visitas a ciudades del interior (ya que está imposibilitado de viajar al exterior) y adopta actitudes como si fuera él el primer mandatario. En la última de esas visitas, hace unos días, publicitadas por las redes y canales oficiales del Partido Colorado, Cartes estuvo acompañado del vicepresidente de la República, Pedro Alliana, lo que le otorgó legitimación, como si realmente fuese una autoridad del Estado.

A esta situación se le suman las denuncias generalizadas que muestran a dirigentes y autoridades nacionales del Partido Colorado utilizando a las instituciones públicas para dar cargos a parientes y amigos, de manera bochornosa sin tener la menor vergüenza.

La total falta de escrúpulos y el desprecio a las instituciones democráticas llega a su máxima expresión con los casos del senador Hernán Rivas y el diputado Orlando Arévalo, puestos por el cartismo en el Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados, con supuestos títulos de abogado que serían fraguados, según documentos y pruebas.

El problema de Peña es que en este escenario él parece perdido y sin la menor posibilidad de incidir para evitar un desgaste que se va acelerando y que, por la conducta demostrada por su grupo político, hará que, en su momento, se deshagan de él sin el menor remordimiento.

mcaceres@abc.com.py

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