La Conmebol y la fiscalía nunca persiguieron a Léoz en vida

Nicolás Léoz Almirón falleció en Asunción el 28 de agosto de 2019, hoy exactamente hace dos años. Imputado en Suiza y en Estados Unidos, país que solicitó su extradición el 23 de julio de 2015, pasó sus últimos años en reclusión domiciliaria, pero, fuera de eso, hasta el día de su muerte nadie lo molestó en Paraguay. La Justicia paraguaya nunca aprobó el exhorto estadounidense, la Conmebol hizo una denuncia que nunca impulsó y la fiscalía nunca lo investigó ni solicitó el embargo preventivo de sus bienes, pese a contar con amplia evidencia para ello.

Horacio Cartes y Nicolás Léoz en 2013. El FIFAgate estalló durante el Gobierno de HC (2013-2018). Paraguay nunca extraditó a Léoz y tampoco lo juzgó en el país. Hasta su muerte tuvo libre disponibilidad de sus bienes.
Horacio Cartes y Nicolás Léoz en 2013. El FIFAgate estalló durante el Gobierno de HC (2013-2018). Paraguay nunca extraditó a Léoz y tampoco lo juzgó en el país. Hasta su muerte tuvo libre disponibilidad de sus bienes.Archivo, ABC Color

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Antes de estallar el megaescándalo del FIFAgate, el 27 de mayo de 2015, Léoz ya se había visto envuelto públicamente en otros hechos irregulares, pero de relativa poca monta, ni comparación con lo que se supo después. En general era una persona de buena reputación social, dirigencial y comercial, que gozaba de alta estima y reconocimiento en Paraguay por los aportes que se creía había hecho al fútbol paraguayo y al país.

Como ya hemos mencionado en esta serie, no es ningún secreto que mantuvo una estrecha relación de amistad desde la juventud con el fundador del diario ABC Color, Aldo Zuccolillo, lo que no impidió que este diario publicara más de 200 notas principales sobre hechos de corrupción que involucraban a él y a la Conmebol. En el momento más candente del FIFAgate, incluso, ABC obtuvo y publicó documentación incriminatoria inédita que ni siquiera tenía todavía la justicia de Estados Unidos. A este cronista le consta personalmente, junto a otros testigos como Mabel Rehnfeldt y Roberto Sosa, que lo único que, con dolor, pidió por su amigo el entonces director del diario fue llamarlo él mismo a advertirle de la publicación y otorgarle 24 horas para presentarse con sus abogados, si así lo deseaba, a dar su versión.

Nacido el 10 de septiembre de 1928 en Alto Paraguay, Léoz fue periodista deportivo, empresario y a los 40 años asumió la presidencia del Club Libertad, que ejerció intermitentemente entre 1968 y 1977. En la misma época fue elegido presidente de la entonces Liga Paraguaya de Fútbol para el período 1971-1974 y, de nuevo, para el período 1979-1985, cuando ocurrió algo que tendría un gran impacto en su vida: el retiro del peruano Teófilo Salinas Fuller, que por veinte años había presidido la Confederación Sudamericana de Fútbol.

Acuerdo Grondona-Pinto

Julio Grondona, eterno presidente de la Asociación del Fútbol Argentino, que solo se salvó del FIFAgate por haber muerto un año antes (30 de julio de 2014), contó en una entrevista televisiva cómo se gestó la candidatura. Habló de un pacto tácito según el cual la Conmebol no puede ser presidida ni por un argentino ni por un brasileño, por lo cual buscaron un candidato de consenso con su par de la Confederación Brasileña de Fútbol, Octávio Pinto Guimaraes, y eligieron entre ellos dos a Léoz, por ser un hombre joven y estar Asunción en un cómodo punto equidistante, a menos de dos horas de vuelo de Buenos Aires y Rio de Janeiro, sede de la CBF.

Así, a sus 58 años, siendo ya un hombre pudiente, ligado a negocios inmobiliarios, agroganaderos y en el sector del aluminio, entre otros, el 1 de mayo de 1986 Nicolás Léoz se convirtió en presidente de la Conmebol, cargo que detentaría por seis períodos consecutivos, hasta el 23 de abril de 2013, dos años antes de lo que tenía planeado para completar su sexto mandato y “dar paso a las siguientes generaciones”.

Obligado a renunciar

Aunque en ese momento no llegó a trascender del todo, en realidad fue forzado a renunciar, tal como publicó Juan Cálcena en ABC el 3 de mayo de 2013: “Leoz la saca barata”. La recientemente creada Comisión de Ética de la FIFA había elaborado un informe que confirmaba fuertes sobornos al expresidente de la organización madre del fútbol mundial, Joao Havelange, y a su yerno Ricardo Teixeira, titular de la CBF, por parte de la quebrada empresa ISL, que manejó los derechos de varios mundiales. Subsidiariamente involucró a Léoz, con un monto de 130.000 dólares, que él admitió haber recibido en el año 2000 y dijo haber utilizado en un proyecto escolar para indígenas en el Chaco. No hubo sanciones y el caso se dio por cerrado porque los hechos se produjeron antes de la puesta en vigor del Código de Ética, pero Léoz adelantó su retiro “por agotamiento”.

El dirigente paraguayo ya había sido mencionado en relación con este caso en una investigación del periodista escocés Andrew Jennings para la BBC, y en mayo de 2011 Lord David Triesman lo acusó en la Cámara de los Comunes del Reino Unido de haberle pedido interceder con la corona para nombrarlo Caballero Británico a cambio de apoyar la candidatura de Inglaterra para el Mundial 2018.

Pero, más allá de estos episodios, nadie, salvo sus cómplices, se imaginaba el estado de profunda y generalizada corrupción en el que había caído él y gran parte de la alta dirigencia del fútbol sudamericano y mundial.

La primera coima

Hasta que se inauguró la sede Luque en 1998, la Conmebol funcionó en el edificio de Banco do Brasil en Oliva y Nuestra Señora de la Asunción, donde Léoz tenía sus cuentas particulares. Allí se realizó una reunión el 23 de enero de 1991 con José Hawilla, dueño de Traffic, la empresa que manejaba los derechos de la selección brasileña y tenía intenciones de obtener los de las Copas América de 1993, 1995 y 1997.

Hawilla, fallecido en 2018, contó en el contexto de las “delaciones premiadas” ante la Justicia de Estados Unidos, que todos los miembros del Comité Ejecutivo aprobaron la operación, menos Léoz, quien dijo que primero deseaba mantener con él una conversación privada. En ella le pidió una “cifra de siete dígitos”, presumiblemente 1 millón de dólares, la primera coima registrada de una larguísima cadena de sobornos y directos desvíos de fondos de la Conmebol a cuentas personales de Léoz y otros dirigentes.

Pasaron casi 25 años para que, a partir de una investigación inicial del FBI, se destapara el FIFAgate y se conociera la tremenda corrupción en la Conmebol. Nicolás Léoz, uno de los principales cabecillas, nunca fue juzgado.

Vista gorda

En cuatro años hasta su muerte en agosto de 2019, la Justicia paraguaya nunca resolvió acerca del exhorto de extradición enviado por Estados Unidos el 23 de julio de 2015, durante el Gobierno de Horacio Cartes. Si había impedimentos legales, como se alegó, por la avanzada edad del imputado y por diferencias de legislación con Estados Unidos, ya que en aquel momento no existía en Paraguay el delito del soborno privado, entonces correspondía juzgarlo en Paraguay, cosa que tampoco ocurrió jamás.

La Conmebol, en colaboración con Estados Unidos, para cambiar su estatus de integrante de una asociación criminal y pasar a ser víctima (como corresponde), ordenó la elaboración de una auditoría forense encargada a la consultora Ernst & Young, que produjo su reporte final el 21 de febrero de 2017, la cual originalmente abarcaba solamente el período 2011-1015, pero que los propios auditores decidieron ampliarla hasta el año 2000.

Sobre esa base la Conmebol hizo una denuncia innominada al Ministerio Público por los delitos de apropiación, producción de documentos no auténticos, asociación criminal y lavado de dinero el 6 de junio de 2017. Para entonces ya habían pasado dos años desde que se desató el FIFAgate, pero, como sea, la denuncia, presentada por los abogados Daniel Mendonca y Osvaldo Granada Salaberry, aportó claras y numerosas evidencias y muchos indicios de los desvíos descubiertos por la auditoría. Sin embargo, muy llamativamente, ni la Conmebol ni la fiscalía se preocuparon nunca de impulsarla.

También sugestivamente, la denuncia es innominada, cuando contenía pruebas concretas contra Nicolás Léoz. La auditoría encontró burdos desvíos de fondos desde cuentas institucionales de la Conmebol a cuentas personales de Léoz en Banco do Brasil por un monto de 28.251.070 dólares entre 2000 y 2010, así como sospechosas transferencias desde cuentas de la Conmebol a cuentas no identificadas en el Brasilian American Merchant Bank (Islas Caimán), en el Banco do Brasil de Panamá y en otros bancos desconocidos, por un monto de 33.280.000 dólares entre 2000 y 2004.

Igualmente, se detallan pagos realizados por supuestos servicios no respaldados a empresas incluidas en la acusación de la Fiscalía de Nueva York en el caso FIFAgate por 58.025.527 dólares entre 2001 y 2015, y órdenes de pago dadas a terceros en beneficio de empresas vinculadas al caso FIFAgate por 10.420.000 dólares.

Además, entre 2015 y 2018, la Seprelad remitió a la fiscalía cuatro informes de inteligencia financiera sobre Léoz y sus familiares directos que permitían rastrear el movimiento de su dinero después del FIFAgate, con repatriación de decenas de millones de dólares desde paraísos fiscales, aperturas de nuevas cuentas, fuertes depósitos sin justificación y transferencias de cientos de inmuebles.

Con estos elementos a mano, mínimamente la fiscalía debió buscar el embargo de los bienes de Nicolás Léoz en Paraguay, cosa que nunca hizo, ni la Conmebol pidió. Hasta su muerte Léoz gozó en el país de completa libertad para disponer de su patrimonio.

Protección

Solo después de su fallecimiento la Conmebol inició gestiones con los herederos de Léoz y obtuvo de ellos 16.050.000 dólares, o al menos esa es la cifra que se dio a conocer. ¿Por qué no lo hicieron antes? ¿Por qué no impulsaron su propia denuncia estando el principal sospechoso con vida? ¿Por qué no exigieron a las instituciones de la República que cumplan su obligación? Quizás sabía cuestiones que no convenía revolver. Después de todo, muchos de los que se quedaron eran desde antes parte de la dirigencia del fútbol y de la estructura anterior de la Conmebol. O quizás tuvo la disimulada y poderosa protección del Gobierno de la época, a cargo del también liberteño Horacio Cartes, quien evidentemente le expresa gratitud al mantener el nombre “Dr. Nicolás Léoz” al estadio del club del que es mandamás. Quizás las dos cosas.

Mañana: La diligencia debida

arivarola@abc.com.py

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