Argentina: crece la venta de las “joyas de la abuela” para llegar a fin de mes

BUENOS AIRES. En Argentina, la crisis económica no solo golpea al bolsillo, sino también los recuerdos y afectos: la venta de “joyas de la abuela” se dispara para cubrir necesidades básicas.

Imagen ilustrativa. Ante la crisis económica en Argentina las personas comenzaron en vender "las joyas de la abuela".
Imagen ilustrativa. Ante la crisis económica en Argentina las personas comenzaron en vender "las joyas de la abuela".Shutterstock

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En la actual Buenos Aires, la crisis económica impulsa a las personas a una decisión difícil: vender esos objetos de valor que han pasado de generación en generación, principalmente oro y plata.

Según relata Jacqueline Queipo, una tasadora con más de dos décadas de experiencia en El Tasador, la demanda de servicios de tasación ha experimentado un aumento sin precedentes. Los motivos tras la venta son variados, desde pagar servicios hasta evitar embargos, pasando por la necesidad de afrontar el pago de tratamientos médicos o cuotas de préstamos.

La pandemia económica ha llevado a la gente a utilizar hasta lo que consideran su “último recurso”. El Tasador, un establecimiento situado en la esquina de Corrientes y Pueyrredón, vive días frenéticos, llegando a atender a 350 personas diariamente. Los clientes, desesperados por liquidar cualquier metal precioso, inundan el local con la esperanza de aliviar un poco sus apuros financieros.

La dinámica de venta recuerda por momentos la de un establecimiento bancario, con sus áreas de espera llenas y oficinas privadas donde se concretan las transacciones. Sin embargo, el ambiente también tiene un toque de club nocturno, dado el perfil de los custodios en la entrada, según describen los propios trabajadores.

Venta de las “joyas de la abuela”: ¿cuál es el proceso?

Los métodos para iniciar el proceso de tasación son variados, incluyendo la posibilidad de enviar fotos de las joyas por formulario web o WhatsApp, aunque la desconfianza hace que muchos prefieran el encuentro cara a cara. Este método permite a los tasadores, como Jacqueline, evaluar con precisión el valor comercial de cada pieza.

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El perfil del vendedor ha cambiado, observándose una amplia gama de edades y situaciones económicas entre los clientes. Algunos buscan solventar gastos inmediatos como las facturas de servicios; otros, enfrentan deudas mayores. A pesar de la clara necesidad económica, la esperanza es un factor común; las personas buscan un alivio financiero, aunque sea modesto.

Para aquellos que acuden a estos locales, la decisión rara vez es fácil. Traen consigo no solo objetos de oro o plata sino fragmentos tangibles de su historia familiar y personal.

Ana Carolina, por ejemplo, vendió las alianzas de sus abuelos para poder pagar una deuda de tarjeta de crédito, subrayando el peso emocional de su decisión.

La tarea de los tasadores es delicada, no solo determinan el valor monetario de las piezas, sino que también manejan las esperanzas y desesperaciones de aquellos que cruzan la puerta de su establecimiento. En medio de una crisis económica que aprieta sin clemencia, estos espacios se convierten en escenarios donde el valor afectivo de los recuerdos se cruza de manera agridulce con la cruda realidad.

Fuente: Clarín.com

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