Aferrándose a las raíces

NUEVA YORK. En una pequeña iglesia del barrio neoyorquino de Queens, un grupo de 45 niños se junta cada sábado para cultivar sus raíces paraguayas. El fundador de la Escuela Paraguaya de Nueva York, Jorge Bosch, nos comentó cómo empezó todo.

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Cualquiera puede perderse en la Gran Manzana, y no solo físicamente. Caminando por las calles de esta inmensa jungla de cemento, no es raro codearse con chinos, australianos, ghaneses, ecuatorianos y polacos en una misma cuadra. Tampoco es raro que pasen los años y los inmigrantes, o sus hijos, olviden sus idiomas nativos y pierdan sus raíces.

Fue esto lo que motivó al arquitecto paraguayo Jorge Bosch a impulsar un centro educativo en Nueva York, que tras 9 años de funcionamiento se ha convertido en un modelo para las comunidades paraguayas alrededor del mundo.

En 1986, Bosch se mudó con su esposa y sus tres hijos a Nueva York. “No queríamos que pierdan sus raíces, por lo que los pusimos en la escuela argentina, la única escuela hispana que había”, acotó el arquitecto desde su estudio en la Quinta Avenida de la “ciudad que no duerme”.

Luego de seis años, Bosch y su familia regresaron a Paraguay, pero no olvidaron las lecciones aprendidas. En 2000, el arquitecto retornó a la ciudad para ser nombrado presidente del Centro Paraguayo de Nueva York. “Pensé que sería bueno tener una escuela para los hijos de los compatriotas, para que no pierdan sus raíces, y también por el español”, sostuvo.

Tras una serie de conversaciones, el Centro Paraguayo de Nueva York firmó un convenio con el Ministerio de Educación y Cultura (MEC) para dar inicio a la Escuela Paraguaya. La cartera educativa se comprometió a desarrollar la malla curricular y seleccionar a los maestros, mientras que la asociación de paraguayos se encarga de los gastos.

Nueve años después, un grupo de niños de segundo año escolar canta alegremente “Che Paraguay rasa hará, ndaipóri chéne mamove (No ha de haber ningún lugar que supere a mi Paraguay)” y se prepara para tomar clases de guaraní, castellano, historia y cultura paraguaya.

El currículum es complementario a la educación que reciben entre semana en las escuelas locales. Sin embargo, los certificados llevan la acreditación del MEC, facilitando los trámites si los niños retornan a Paraguay y quieren inscribirse en una escuela local.

Uno de los desafíos más grandes para la institución es la obtención de fondos para financiarla. Para el efecto se creó la Comisión de Apoyo de la Escuela, que se dedica a recaudar fondos a través de aportes mensuales y eventos a beneficio.

“Lo llevamos a puro pulmón con la gente que estamos al frente y la gente que ama a su país como para no perder nunca sus raíces”, acotó el vicepresidente del Centro Paraguayo en Nueva York, Silvio Frutos.

Otro desafío es captar el interés de los paraguayos, para que lleven a sus hijos a la escuela. La directora del colegio, Zulmira Torres, comentó que el interés era bajo, pero que está creciendo y cada año más niños se inscriben en la institución. “Es fundamental seguir fomentando nuestra cultura para que los niños y niñas que han nacido y crecen en este país no pierdan sus raíces”, comentó Torres.

Por último, Bosch expresó su deseo de que la escuela siga creciendo y que el modelo sea implementado por otras asociaciones de paraguayos en el mundo. “Estamos abiertos a ayudar a otros grupos, para que abran sus escuelas”, concluyó.

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