Los sueños de Berta

Berta Rojas, la primera paraguaya en ganar un premio Grammy, revela sus sueños y anhelos más profundos. Considerada la mejor guitarrista clásica del mundo en la actualidad, clama por días mejores para la tierra que la vio nacer, en la que encuentra inspiración y donde quiere retirarse. De cara a su futuro artístico quiere dejarse “fluir”, mientras reflexiona de cara a la vida y a los obstáculos que le tocó afrontar, entre los que apareció un cáncer.

Berta Rojas sonríe junto al gramófono dorado, la estatuilla que le otorgaron como ganadora del Grammy Latino por su álbum "Legado".
Berta Rojas sonríe junto al gramófono dorado, la estatuilla que le otorgaron como ganadora del Grammy Latino por su álbum "Legado".SILVIO ROJAS

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El gramófono dorado brilla sobre la mesa. La estatuilla evoca los viejos artefactos en los que se escuchaban los discos décadas atrás y está hecha en una aleación especial de zinc al que John Billings, quien las fabrica a mano en su tienda de Colorado, ha denominado “Grammium” y la que se enchapa luego en oro.

Su masa es de unos 3 kilogramos, pero el peso...el peso es mucho mayor. Es el de décadas de dedicación y sueños para alcanzar el logro reservado para muy pocos en la industria musical.

En la base de madera está su nombre: Berta Rojas. Uno tiende a quedarse mirando fijamente a la estatuilla, mientras su verdadera dueña sonríe ante los rostros absortos de quienes la saludan y le piden una foto.

El teléfono de Berta no para mientras se termina de preparar la sala para la entrevista. “Disculpame, estoy trabajando desde acá”, suelta con su voz serena, de una armonía tal que recuerda los acordes que sus dedos dibujan tan grácilmente sobre las cuerdas de “la Rojita”.

Berta cumplió la promesa de traer la pequeña estatuilla a Paraguay, a la tierra que la vio nacer y donde quiere retirarse alguna vez. Una tierra donde encuentra inspiración pero para la que pide días mejores. En medio de su apretada agenda, conversó con Sin Filtro, el podcast de ABC y reveló algunos de sus anhelos.

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Una pasión heredada

“Nadie llega solo”, afirma Berta haciendo memoria de su ya dilatada trayectoria musical. “Una no llega a esta instancia sin muchos ángeles que fueron dejando su luz en vos”, reflexiona.

El romance con el arte empezó ya en su casa, donde creció escuchando tango, música clásica y paraguaya en los vinilos de sus padres. Aún así, la idea de tener un hijo músico aterraba bastante a su padre. “Era padre primerizo y rechazó que mi hermano mayor tocara la guitarra”, recuerda.

Pastor, el mayor de los hermanos, fue el primero en demostrar interés por estudiar música, lo que encontró oposición. Sin embargo, cuando llegó el turno del segundo hermano, Juan Carlos, la cuestión cambió. “Le hizo estudiar acordeón con el famoso ‘Papi’ Orrego”, relata.

Juan Carlos llegó a ser músico profesional y hasta formó parte de Los Hobbies. “Mi hermano mayor no pudo hacer eso. Papá le tenía miedo al hijo músico y a todo lo que de mala fama traía aquello”, afirma.

De esa pasión que guardaba Pastor, su hermano mayor, se termina trasladando a Berta. “Él es quien me enseña los primeros acordes en la guitarra y, de alguna manera también, instala en mí la pasión. Esa pasión de él, creo que de alguna manera puedo sublimar yo en una pasión que se renueva diariamente”, continúa Berta.

La sonrisa, que casi nunca se borra de su rostro sereno, se hace todavía más grande mientras recuerda con cariño la historia familiar. “Todo empieza con esa llama que él (Pastor, su hermano) supo encender”, sostiene.

Sus hermanos tenían incluso un grupo llamado “Los Yerba Mate”, donde esa pasión fue creciendo todavía más, según llegó a contar Berta tiempo atrás. Fue ahí que la familia notó el “oído musical”, esa capacidad innata, ese don particular, ese toque de gracia de quienes están destinados a una vida atada al arte.

La guitarra...la compañera

La pasión heredada de Pastor, su hermano mayor, comenzó a tomar forma de la mano de Emiliano Aiub, guitarrista y compositor de Los Hobbies. Más tardes llegarían clases de guitarra clásica con Carlos Vázquez, seguidas por la instrucción con Felipe Sosa y Violeta de Mestral.

“Antes la música popular no se aprendía de otra forma que no fuera a través de la música clásica. Si yo hubiera querido hacer música popular o música clásica, no había mucha opción”, recuerda mientras relata su encuentro con el instrumento que tanta satisfacción le ha dado.

Berta incluso estudió piano, pero fue la guitarra la que se convirtió en su compañera. “Una vez que empecé a estudiar guitarra clásica ya no me pude ir de ahí, porque es un universo maravilloso, es una guitarra que te lleva a un repertorio que se autosostiene”, afirma Berta.

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“Es un repertorio que hace su línea melódica, su orquestación, su armonía, su contrapunto. Todo en uno. Son repertorios realmente muy hermosos y a mí me resulta fascinante”, continúa.

El camino de Berta incluyó alejarse por primera vez de su tierra natal, de su familia, cuando en 1986 partió rumbo a Uruguay para proseguir con sus estudios. De allí fue hasta Estados Unidos, donde consiguió hacerse con un lugar en el Peabody Institute bajo la dirección de Manuel Barrueco, y en el año 2000 obtiene un ‘Graduate Performance Diploma’.

Desde hace años es docente en Berklee College of Music, la universidad privada de música más grande del mundo, fundada en 1945 en Boston, la ciudad estadounidense de donde han surgido grupos de talla mundial como Aerosmith y considerada como una de las cunas de la música.

El abrazo y las gracias

Su dilatada trayectoria musical ya la había llevado a ser nominada en tres ocasiones al Grammy Latino. La primera oportunidad había sido en 2012, cuando fue nominada en la la categoría de Mejor Álbum Instrumental por su disco Día y Medio – A Day and a Half, a dúo con Paquito D’Rivera.

Después llegarían otras dos nominaciones: en la categoría de Mejor Álbum de Tango, por su disco Historia del Tango (2015), grabado junto a la Camerata Bariloche, en la categoría de Mejor Álbum Clásico, por su disco Salsa Roja (2014).

Finalmente fue el 2022 el año en el que Berta terminaría de escribir -si acaso quedaba todavía algún incrédulo- su nombre en la historia grande de la música al conseguir no uno sino dos Grammys Latinos.

El primero fue en la categoría Mejor Álbum de Música Clásica por su disco Legado y el otro en “Mejor Obra/Composición Clásica Contemporánea” por “Anido’s Portrait Chacarera”, obra de Sergio Assad en el que Berta colabora.

“Me siento sinceramente muy feliz, creo que es un momento que tiene un simbolismo importante para mí en lo personal, porque muestra de alguna manera el camino y muestra también esa valentía -quizás- de decir en algún momento: ‘este es mi sueño, esto es lo que quiero hacer, lo que me genera pasión y alegría’. Y haber tomado ese camino y verlo hoy en esta concreción maravillosa, en este símbolo, hace que este sea un momento muy especial” , afirma durante su conversación con nosotros.

No puede evitar mirar fijamente el premio con su nombre inscrito. “Es un momento que quiero disfrutarlo, respirarlo, sentirlo, porque sé un tiempo así como este no voy a vivir más en mi vida. Entonces como es este hoy tan especial, quiero cuidarlo y atesorarlo”, agrega.

Durante la ceremonia, en noviembre pasado, Berta había prometido que traería el gramófono a Paraguay. Lo que terminó cumpliendo días atrás. Apenas pisó suelo paraguayo, recibió el cálido recibimiento de la gente y horas después de su arribo, ya estaba recibiendo la Orden Nacional del Mérito en el Grado de “Gran Cruz” en el palacete del Ministerio de Relaciones Exteriores.

“Fue un momento muy hermoso. Yo siento haberle servido a mi país, al menos intenté hacerlo siempre, con honestidad y amor. Traté de darle todo lo mejor de mí y de pedirle poco a Paraguay, excepto la inspiración de esta tierra hermosa”, relata.

“Sentir que mi tierra me daba esa condecoración era como un abrazo mutuo, de alguien que le dio sus mejores esfuerzos y un país que le dice ‘gracias’. Nada puede ser más hermoso que eso”, continúa con un toque de emoción en la voz.

“Gracias Paraguay por tu abrazo, gracias por ser mi inspiración y gracias por todos los sueños que pude esbozar en esta tierra y los sueños que pude concretar fuera de ella”, ratifica.

Una rebelde que quiere fluir

La prodigiosa música compatriota dice que no quiere dejar de hacer “su” música clásica, pero ha pasado por numerosas facetas artísticas. “También fui inquieta, rebelde y he ido haciendo también otras músicas que me han dado cierta versatilidad”, sostiene.

Y vaya versatilidad. A lo largo de su dilatada trayectoria la escuchamos trayendo a la vida -devolviendo a su sitial en la historia musical- la obra de Agustín Pío Barrios, el Mangoré al que la historia paraguaya había condenado al olvido durante tanto tiempo.

Berta inició en 2011, junto a Paquito D’Rivera, el tour “Tras la huellas de Mangoré” que duró cuatro años durante los cuales recorrieron 20 países de América Latina y el Caribe, siguiendo los pasos del mítico compositor paraguayo. El recorrido terminó en El Salvador, país que sí supo acoger a nuestro artista.

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De Mangoré, Berta viajó a través del tango, la salsa y hasta estilos más contemporáneos. Esa facilidad le permitió colaborar con orquestas, con artistas del nivel de Paquito D’Rivera, Gilberto Gill o con los Kchiporros, con quienes colaboró para dar vida a “No da lo mismo”, un himno de esperanza en tiempos de la pandemia de coronavirus.

Y esa “rebelde inquieta” ahora quiere simplemente dejarse “fluir” de cara al futuro de su carrera artística. No tiene nada definido, solo sabe que quiere seguir creando y experimentando, algo que incluso se favorece al vivir en Boston, una ciudad de tanta experimentación artística.

“Yo no tengo ninguna urgencia, ninguna agenda. Yo solamente quiero hacer eso que estabas diciendo y también quiero hacer lo que yo te decía: atesorar este momento, vivir, disfrutarlo y ver hacia donde voy”, relata.

“Vivo en un lugar que es muy creativo. Vivo en Boston, estoy enseñando en Berklee Music College, que es un lugar donde se dan cita corrientes de la música que son muy muy diversas. Es un lugar muy experimental, yo misma estoy estudiando y planteándome muchas cosas. Vamos a ver qué es lo que se sucede”, afirma con la sonrisa en el rostro.

Legado, el disco que la llevó a su primer Grammy, le tomó cuatro años de gestación y consumación. “Quizás sean cuatro años o menos. Andá a saber”, sostiene.

“Libre por la vida, sin equipaje y mirando al sol y viendo qué es lo que la vida y la creatividad futura me deparan”, agrega.

El legado de Berta

Berta Rojas construyó su nombre al lado de un instrumento como la guitarra que históricamente estuvo asociada a la figura masculina. Y aunque ya ha construido una historia enorme en la música no quiere sentarse a pensar en cuál va a ser el legado que va a dejar para las próximas generaciones.

Lo cierto es que ya ayudado también incluso a los jóvenes artistas, impulsando distintos proyectos entre los que destacan el Barrios WorldWideWeb Competition, el Ensamble Pu Rory, la Instrumentoteca y Jeporeka.

El legado lo construimos, en todo caso, todos los días. Ya dirá el tiempo si he hecho algo que deba ser rescatado. Creo que se trata de ir día a día siendo honesta con mi música y tratando de dejar en este mundo un espacio un poquito más amoroso, más amable, más humano y más generoso”, reseña.

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Berta asume que parte de su deber es ayudar a generar oportunidades para quienes no tuvieron la misma bendición de la formación, instrumento y tantas oportunidades. “Quiero ser agradecida y tratar de llevar de la mano a otros sueños”, afirma.

“Y ojalá esos espacios y esas oportunidades de creación que hemos generado sigan vivas en los chicos cuyas vidas hemos alcanzado. Algo debemos haber sembrado en ellos y con el tiempo se irá viendo”, continúa.

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