Catástrofe en Barcequillo

En la madrugada del jueves 16 de junio de 1955 tuvo lugar el primer accidente aéreo de gran magnitud que se registró en el Paraguay. Ocurrieron antes y después numerosos siniestros en nuestro país, pero ninguno de la importancia de aquel. Hoy, nada recuerda el hecho, recluido en amarillentas páginas de prensa y en la memoria de algunos.

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Esa madrugada, a la 1:05 aproximadamente, se precipitó a tierra en la zona conocida como Arroyo Seco (Barcequillo), jurisdicción de Fernando de la Mora, un avión Constellation, de pasajeros, el cual quedó destruido y carbonizado en su mayor parte. Comandaba la aeronave el piloto Fernando de Barros Morgado, y la tripulación de la misma era de diez personas, más 14 pasajeros, de entre quienes solo sobrevivieron nueve personas (tres tripulantes y 6 pasajeros), se pudieron rescatar 13 cadáveres y tres quedaron totalmente carbonizados.

Siniestro madrugador

El avión cayó en la propiedad del señor Manuel Chamorro, distante unos 500 metros del camino a Ñemby, cerca de un kilómetro del lugar conocido con el nombre de Tres Bocas. Los restos de la aeronave siniestrada estaban esparcidos a lo largo de 300 metros.

“Al parecer —decía una crónica aparecida en La Tribuna—, el siniestro en la máquina comenzó cuando chocó contra los árboles de un montículo situado a 150 metros más o menos detrás de la casa del señor Chamorro, y dentro de la propiedad del mismo. Las copas de los árboles fueron arrasadas, y, según se deduce de la vista que presenta ese sitio, allí comenzó a incendiarse el avión. Este inmediatamente tocó tierra, pero ya desde la punta de dicho montículo, arrastrándose y despedazándose a lo largo de 300 metros o menos. La desintegración de la máquina fue tal que, a ambos lados de la senda de 8 metros más o menos de ancho que se abrió en la chacra, desde donde tocó tierra, se pudo ver restos informes del avión. Un pedazo de ala hacia la izquierda, un resto de motor hacia el otro lado, más allá instrumentos indefinibles por haber sido casi pulverizado. Se puede decir que el avión se desintegró violentamente, en todo ese trayecto”.

Casi al final de un largo viaje

El avión, al servicio de la Panair do Brasil, había levantado vuelo en Londres, y luego de hacer escalas en París, Lisboa, Dakar, Recife, Río de Janeiro y en San Pablo, vino hasta Asunción, de donde debía partir a Buenos Aires.

Llegó a la altura del aeropuerto capitalino a eso de la 01:00 am, solicitando permiso para aterrizar, lo que se le autorizó; se alejó de nuevo, “presumiblemente para iniciar la maniobra de descenso”, pero pasaron los minutos sin que en la torre de control se supiera nada. Los operadores de vuelo empezaron a comunicarse con otras terminales, como las de San Pablo, Córdoba, Curitiba y Buenos Aires, pero ante la negativa de datos, empezó la alarma, solicitándose la colaboración de la policía y los puestos de Primeros Auxilios. Pronto empezaron a llegar las primeras no deseadas noticias.

Vuelo muy bajo y tragedia

Según testimonios de los lugareños, habían oído al avión pasar a muy baja altura y, momentos después, oyeron un gran estrépito y vieron un resplandor a unos centenares de metros.

Los primeros en llegar al lugar del siniestro fueron los señores Juan José Alcaraz, juez de paz de Villa Elisa, y el subcomisario de Arroyo Seco, Venancio Ortiz. El avión, ya en tierra, se deslizó varios centenares de metros, destruyendo plantaciones de bananos, piñas y cocoteros de la propiedad del señor Chamorro, y parte de la propiedad del señor Manuel Cáceres. Los heridos —con graves quemaduras— fueron conducidos hasta los Primeros Auxilios en un camión perteneciente al señor Chamorro.

A tempranas horas se hicieron presentes en el lugar el jefe de Policía, mayor Ortega, y el ministro del Interior. Poco después, también visitó el lugar el presidente Alfredo Stroessner, quien decretó dos días de duelo por la catástrofe. Mucha gente mayor aún recuerda ese ingrato suceso, ocurrido en los primeros minutos del 16 de junio de 1955.

El piloto del Panair

El comandante del avión siniestrado fue Fernando de Barros Morgado, nacido en Taubaté, Brasil, el 7 de octubre de 1922. Fue un notable piloto de la Fuerza Expedicionaria Brasileña, condecorado con la Cruz de Aviación Cinta A, Campaña da Italia y Presidential Unit Citation (USA).

Luego de realizar cursos de pilotaje, participó de la Segunda Guerra Mundial, donde realizó 19 misiones de combate al mando de un P–47 Thunderbolt, entre el 11 y 30 de abril de 1945, al servicio del 1er. Grupo de Aviación de Caza del Brasil, integrando el 350º Escuadrón de Caza Norteamericano.

Al regresar al Brasil, pasó algún tiempo en la Fuerza Aérea Brasileña. Posteriormente se retiró e ingresó como piloto en la compañía Panair do Brasil, donde llegó a ser comandante de vuelo. Falleció en las cercanías de Asunción, el 16 de junio de 1955, pilotando un Constellation L–049 (s/n 2032), prefijo PP–PDJ, que se precipitó a tierra, en la zona de Tres Bocas, Fernando de la Mora.

surucua@abc.com.py

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