Los 100 años de Edith Jiménez

Hasta hoy se podrá visitar la retrospectiva de homenaje “Centenario de Edith Jiménez” en el Museo de Arte Sacro de Asunción. La poética, el colorido tendiente a lo abstracto, desde su primera obra de 1941 hasta las últimas, del nuevo milenio, cuentan toda una vida de la artista plástica.

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Edith Jiménez (1918-2004) es la precursora del arte moderno paraguayo y primera artista abstracta del Paraguay. Esta es la primera restrospectiva en homenaje al centenario de su nacimiento que se cumple este 2018.

“Es una selección de obras desde sus inicios hasta sus últimos años dispuestas en orden cronológico para reflejar toda la poética de la artista. Desde su formación con Jaime Bestard (1892-1965), pasando por el grabado y su retorno a la pintura. Todas pertenecen a la colección privada del mecenas Nicolás Latourrette Bo”, explica el museólogo Luis Lataza.

Ella –continúa– fue una de las artistas que introdujo el grabado modernista brasileño en nuestro medio, pues desde la Guerra contra la Triple Alianza no se hacía grabado en Paraguay, y lo toma como un medio artístico en sí mismo. Luego del periodo de grabado monocromo, retoma el color en los grabados y finalmente vuelve al óleo con sus grandes obras.

La artista siempre tiene una temática, una poética particular la que va abarcando toda su vida. Todas las primeras experiencias nunca son académicas ni academicistas. “De hecho ella elige a Bestard para ser su maestro, uno de los pintores de avanzada en esa época. Y empieza haciendo pintura moderna. Desde Edith nunca más se vuelve al academicismo. Todas las experimentaciones que toma son de vanguardias europeas, incluso siglo XIX, como el cubismo y todas esas corrientes que llegan al Paraguay 50 años después”.

En la muestra se expone la primera obra que realizó Edith Jiménez con su maestro Bestard en el Ateneo Paraguayo y que es el bodegón con un cuadro (1941). También está naturaleza muerta (1945). Más adelante están las casitas de Edith son una temática clásica del arte paraguayo en la búsqueda de la identidad. De hecho forman parte de la primera investigación que hacen por ejemplo Ofelia Echagüe o Jaime Bestard en la búsqueda de las raíces paraguayas con los ranchitos, oficios tradicionales, el campo paraguayo. Pero en el periodo de Edith todo esto se madura y se genera ya una vanguardia y una modernidad paraguayas que no usa esos folclorismos. En el arte moderno nunca hay que ver una recreación o una reproducción de la realidad, sino siempre es absolutamente una excusa, un comienzo para la experimentación pictórica o gráfica. Lo importante es la abstracción.

Del periodo formativo se destaca el protagonismo de Edith en el grupo Arte Nuevo, que fue fundamental para la creación del arte moderno paraguayo. Luego viene su periodo de aprendizaje y retoma el grabado al volver del Brasil, adonde había ido a estudiar tres años. Al regresar dicta un curso en el Centro de Estudios Brasileños y retoma el color.

“Ella se consideraba más que nada una colorista, antes que dibujante y le interesaba cómo el color, sin las formas era capaz de generar sensaciones en uno”.

La muestra que forma parte de la celebración de los diez años de creación de la Fundación Nicolás Latourrette Bo puede ser visitada hasta hoy de 09:00 a 18:00 en Manuel Domínguez y Paraguarí.

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